Estamos atontados. El Gobierno ha decretado un estado de alarma de seis meses y todos callados.
Los medios de comunicación nos atormentan con cifras de contagiados que al final no son más que un número, porque no seguimos su evolución, no sabemos si los contagiados mejoran o empeoran. Pero qué más da, es necesario meter el miedo en el cuerpo, atontarnos. Muchos ciudadanos agradecen los esfuerzos del gobierno porque se preocupa de nuestra salud. Cerramos estados, comunidades autónomas y hasta pueblos. Nos quieren callados y a las once de la noche en casa. No somos mayores de edad, nos comemos eso y todo lo que venga.
Todos los presidentes autonómicos rabiosamente preocupados por nuestra salud, cerrando fronteras y adoptando medidas restrictivas de derechos fundamentales y libertades públicas. Parece que compitan por quién monta el mejor espectáculo, aunque en ello a Iván Redondo no le gana nadie. Como si estuviéramos en un estado federal, las comunidades autónomas se consideran dioses y la Jefatura de Estado la asume de facto el Presidente Sánchez en una intencionada escenificación.
El ministro Illa actúa como presidente de Gobierno autorizando y denegando restricciones. Madrid si, Asturias, no. Como si fueran hojas de margaritas, sin criterio médico o científico conocido y comprobable.
En un sistema parlamentario, éste se cierra, porque así no hay controles y no durante un mes. Que debiera ser 15 días más otros 15 días y revisión. No, aquí se cierra la vida hasta mayo. Ya sabemos que las recetas van a no funcionar hasta el mes de María. Mayo siempre fue el mes de la Virgen y el mes de Europa, ahora también será el mes de los españoles confinados. ¿De que sirvió encerrarnos en marzo sino evitó una segunda ola? Cerrar la economía sólo genera pobreza, pero algunos se quedan sin relato público sino hay pobres.
¿Hay criterios médicos que aconsejan el cierre hasta mayo? ¿Lo ha dicho el comité de expertos que no se conoce? Y en un modelo parlamentario ¿quién vigila y controla al Gobierno? si se cierra el Parlamento durante seis meses……ya pueden imaginar las tropelías que se pueden hacer mientras tanto.
El Ministro Illa nos aconseja descargarnos la aplicación que facilita los rastreos. No nos mandan médicos a la calle sino rastreadores militares y la consellera Bravo nos pide que seamos ciudadanos chivatos y denunciemos a los que no llevan mascarillas o las fiestas que sean ilegales. Esto me recuerda a tiempos de espionaje que hasta ahora sólo había visto en películas y había leído en libros de historia. Quieren enfrentarnos los unos con los otros, pero mientras, ellos van haciendo. Mi enemigo no es mi vecino sino los que gobiernan con “tics” autoritarios.
Quieren eliminar el castellano en Cataluña, deniegan una concentración delante del Congreso contra la Ley Celaá y si no había bastante nos van a controlar lo que decimos o expresamos. El jueves se publicaba la creación de una comisión permanente de lucha contra la desinformación compuesta por el núcleo gordo del gobierno que comprende la Secretaria de estado de comunicación, la Secretaria de estado de seguridad adscrita al Ministerio de interior, el Ministerio de defensa, la Secretaria de estado de transformación digital e inteligencia artificial y Centro Nacional de Inteligencia. No olviden que por su propia peculiaridad el centro nacional de inteligencia funciona bajo la clausula de “secreto” y sin normas de transparencia. Aquí ha llegado la censura para quedarse, pero la ciudadanía sigue a lo suyo, sentada en el sofá viendo la televisión