Volveré a Benidorm.


Cuando se pueda, volveré a Benidorm.

Cuando se pueda, te buscaré.


Cuando se pueda, me acercaré a la playa de Levante para ver amanecer y me sumergiré en el infinito azul de su mar una y otra vez.


Cuando se pueda, recorreré las estrechas callejuelas que enredándote te llevan hasta el mirador y desde allí me dejaré volar con la imaginación.


Cuando se pueda, caminaré por Benidorm, de Norte a Sur y de Este a Oeste.


Cuando se pueda, me sentaré en la arena de la playa de Poniente para decir adiós al sol en un nuevo atardecer.


Cuando se pueda, buscaré la luna llena en la noche de la mágica ciudad de Benidorm.


Cuando se pueda, me sentaré a leer un libro en un banco frente al mar mientras huele a sal.


Cuando todo esto pase, volveré.


Cuando se acabe este mal sueño, volveré.


Cuando pueda acariciar tus olas, cuando pueda oír tu música, volveré.


Cuando el miedo social a la enfermedad nos abandone, volveré.


Cuando las calles retomen su vida, cuando el ambiente recupere la alegría, volveré.


Cuando podamos darnos un beso, cuando nos podamos romper en un abrazo, volveré.


Cuando la música traspase el ruido y huela a bullicio internacional, volveré.


Cuando se pueda escuchar la música en directo sin temor, volveré.


Cuando podamos ir y podamos volver.


Cuando podamos entrar y salir, sin más limitación que la voluntad, volveré.


Cuando el día se confunda con la noche y el ruido con la paz, volveré.


Cuando tu risa se funda con la mía y tu caricia sea la mía, volveré.


Cuando esta pesadilla pase y nos despertemos de nuevo a la vida, volveré.


Cuando vuelva el “antes” y nos deje el “ahora”, volveré.


Victoria Rodríguez Blanco


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